La Petersplatz de Basilea es una amplia plaza con árboles y jardines. Se construyó en 1277 por orden de los canónigos agustinos de San Pedro. Era un jardín de árboles frente a lo que entonces era la muralla de la ciudad. Aquí había tilos, robles y olmos y las ramas de los árboles de hoja caduca se extendían para que proporcionaran mucha sombra en verano.
En 1286 la plaza se reconoció como parte del término municipal y sirvió como una especie de parque público y campo de deportes. Después del terremoto de Basilea en 1356, Petersplatz sirvió como mercado durante un tiempo y, por lo tanto, se convirtió en una plaza pública muy pronto. Desde el siglo XIV este lugar se convirtió en el centro de celebración de las fiestas públicas de la ciudad.
La plaza continuó desarrollándose y en 1779 se agregó una fuente en la esquina noreste. En 1788, el comandante de artillería Wilhelm Haas hizo rediseñar la plaza y en 1863 la fuente en la esquina suroeste recibió una estatua de un artillero con púas, diseñada por Heinrich Rudolf Meili.
Petersplatz en la actualidad
En el ángulo septentrional, en el número 13, se encuentra el Wildtsches Hays. Se trata de un elegante palacete rococó de J.J. Fechter, de 1763. Al este podremos visitar la famosa Peterskirche, la iglesia de San Pedro.
Al sur de Petersplatz se encuentra el gran conjunto de la Universität. Se construyó entre 1937 y 1939 en el emplazamiento del antiguo arsenal, ya desaparecido. Finalmente, el Jardín Botánico, contiguo a la plaza, se inauguró en 1589.
Petersplatz también es un lugar de encuentro cultural. A lo largo del año, se celebran eventos y festivales en la plaza, desde mercados de Navidad hasta conciertos al aire libre. La Iglesia de San Pedro es el escenario de eventos religiosos y conciertos de música clásica, lo que añade una dimensión cultural significativa a la plaza.
La plaza es un punto de referencia importante para los locales y un destino turístico popular. Durante los meses de verano, los cafés al aire libre en Petersplatz ofrecen un lugar ideal para disfrutar de una comida o una bebida mientras se observa a la gente y se admira la arquitectura circundante.